Hace algunos años, me sorprendió descubrir que la esperanza y la serenidad son dos de las 10 emociones positivas que la literatura identifica como principales (según las investigaciones de Bárbara Fredrickson). Pensaba que la positividad debía estar rodeada de sonrisas, ruido, colores, estruendo y toda clase de celebración. Sin embargo estas emociones no encajaban con esa definición que me había formado.
Después de conocerlo, comencé a cuestionarlo y practicarlo… no cabe duda que hubo escepticismo de parte mía, ya que estaba rompiendo un paradigma que me había acompañado por décadas. ¿Cómo algo tan soso y sin sabor podría ser considerado una emoción positiva? No ahondaré mucho en el proceso, pero créanme que vale la pena comenzar a identificar esos momentos donde en lugar de “dejar de estar feliz” cambiamos nuestro mood a algo más tranquilo, a un estado de serenidad, o a una sensación de esperanza.
Serenidad y esperanza no son ruidosos ni alguno de esos adjetivos que enliste antes, pero tampoco te hacen sentir mal. ¿Entonces? La serenidad te lleva a la aceptación del presente, de la situación que estás viviendo, te ayuda a mantener despejada la mente y te mantiene en alerta para cualquier eventualidad. Por otro lado la esperanza es la confianza que ponemos en que el futuro será mejor, siempre y cuando tomemos acción para que esto suceda.
Aunque solo son mis definiciones personales, es una manera de explicarles por qué ambas son emociones positivas… ¿y por qué les hablo de ellas?
Este año, 2023 no nos recibió con los brazos abiertos… más bien nos dio con la puerta en la cara mandando a una de mis personas amadas al hospital, entrando por la puerta de emergencias… no se alarmen, todo está controlado el día de hoy… pero sin duda la vida me colocó en una posición poco incómoda y que no deseo a nadie. Ese día, las emociones negativas fueron las que nos trajeron al hospital, esos focos de alerta que tenemos y nos hacen reaccionar ante situaciones desconocidas y descontroladas; miedo, frustración, ansiedad, descontrol… son solo algunas de las emociones en los primeros momentos, y no están mal!!!

Pero tras este momento de estrés y reacción, conociendo la fuerza que puede tener la esperanza y la serenidad, he podido lidiar con estos otros sentimientos, que, de otra manera, se hubieran convertido en un estrés incontrolable.
Lo importante es… conocer el abanico de emociones, saber que no solo existe estar “bien” y “mal” sino qué hay más, entre las cuales tenemos la fortaleza de decisión.
Lo sé, no es magia… pero poco a poco estos conocimientos nos irán haciendo más fuertes. Espero les pueda ayudar de algo, ojalá llegue a alguien que lo necesite.
Abrazo querido Sam. Hoy el valor de la contemplación será una fortaleza. En amor y unidad con ustedes siempre.
Citlali de la Cueva y familia
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